Trescientas palabras.

viernes, 31 de agosto de 2007


El Cuentero.

Se inspiró en Hermes, encargado de realizar la hermenéutica entre el lenguaje del Olimpo y el terrenal. Tomó su figura humana en aquel mensajero que corrió el primer marathon para anunciar la victoria ateniense. Su figura se enalteció entre los jóvenes enamorados, quienes contaban con ansias los días para que él llevara a destino las más bellas declaraciones de amor… Siempre con su mochila montando una bicicleta. Pero hoy aquellos mismos jóvenes, ahora ya adultos, son lo que menos esperan es su llegada. Pues, ya no les trae alegrías en un papiro, sino cuentas, cuentas de amor.

Sueños locales.

Ella salía del metro. El bajaba de un alimentador. Un troncal ambos esperaban. En la fila encontraron sus miradas mientras el bus al paradero arribaba. “- Que buen padre sería” – pensó ella. “- Qué cuerpo tan sublime” – se dijo él. Mientras ambos corazones latían, uno por alegría el otro por nerviosismo, subió ella a un bus desbordante de gente mientras él quedaba abajo perdiéndose ambas miradas para siempre.

Sapere Aude.

El maestro iluminó - durante tres horas - las jóvenes mentes que estaban allí en su cátedra. Les describió a todos a aquellos maestro de la Ilustración, sofistas de la época moderna, quienes tuvieron el valor de servirse de su propia razón. Les enseño el gran poder que tienen los libros. Finalmente les encargó leer a Kant para consumar lo aprendido. “- ¿Profe, nos presta el texto pa` fotocopiarlo?”. “- No po`, si este texto es mío”.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

sapere aude es el mejor
jajajajajja

muy muy bueno
etoy kagao de la risa
lindos cuentos

vas a ganar
nose ke pero algo XD

patanushka dijo...

Me gustó el último =)
Jajaja, cómo tienes el descaro de decirme que mi cuento es largo? tu post es larguísimo...

Espero verte pegado en el metro :P
chau Floyd!