Fármakon

Muchos escriben porque ven en este tipo de ejercicio una vía de “desahogo” para sus sentimientos. Pero cuando otros nos enfrentamos a un escrito de un autor, surge un problema, pues el texto mismo deja a un lado precisamente el calor y la pasión de quien es el padre de aquellas tintas derramadas sobre un papiro. Este es uno de los principales motivos de los errores de comprensión de lectura. Los lectores debemos acercarnos a al texto cual hijo arrojado al mundo por un mal padre, entonces no nos queda más que interrogar a la metáfora y no al autor de ella como sí se puede hacer mediante el diálogo.

Platón ya había vislumbrado esto y por ese motivo jamás escribió su propia filosofía. Todo lo que él ha escrito es la doctrina de Sócrates, pues sabemos que a Platón le interesaban, por sobre todas las cosas, las matemáticas (o geometría en estricto rigor). De ahí el lema de su academia: “No entre aquí quien no sepa Geometría”. La escritura es FÁRMAKON: veneno y remedio a la vez, depende de cómo se use. Remedio porque nos faculta para comunicar algo. Veneno cuando somos mal interpretados, como cuando escribimos un poema de amor y el destinatario no entiende o lo entiende como un poema de despedida.

Pero no se deben tomar posturas tan radicales. En lo personal no me siento capaz (deinon como lo llamaban los griegos) de escribir, de ser un buen escritor. Por ello este blogg tal vez me sirva para llegar a ser deinon, un buen logçografo y buen retórico, como los sofistas.

“FEDRO. — ¿Qué dices, bondadoso Sócrates? Un discurso que Lisias, el más hábil [las cursivas no pertenecen al original] de nuestros escritores, ha trabajado por despacio y en mucho tiempo, ¿podré yo, que soy un pobre hombre, dártelo a conocer de una manera digna de tan gran orador? Estoy bien distante de ello, y, sin embargo, preferiría este talento a todo el oro del mundo”.